Los
dragones son inmensos reptiles alados pertenecientes a una de las
razas más antiguas que existe en la mitología.
Son
famosos por su enorme figura, de unos treinta metros, y por sus
cualidades mágicas.
Los
dragones se pueden clasificar según el color de sus escamas. Dentro
de cada especie de dragón hay categorías que se basan en la edad.
El poder de un dragón va en aumento con los años, de manera que los
dragones adultos son, posiblemente, las criaturas más poderosas
dentro del mundo mitológico.
Son
seres independientes que rara vez viven en comunidad. Prefieren tener
su propia guarida, generalmente una cueva grande, donde guardar sus
pertenencias y preciados tesoros. Para un dragón, su tesoro es algo
muy valioso; hace su cama con montañas de joyas y monedas y se
deleita mirándolas.
Su
piel es escamosa y con los años se va haciendo más dura. Además,
suele tener gemas engarzadas entre las escamas que desvían las
flechas. Por esta razón, se piensa que los dragones adultos son
inmunes a los proyectiles.
La
inteligencia de un dragón es variable, puede ir desde la de un
astuto animal hasta la de un ser inteligente como pocos.
Independiente de su inteligencia, un dragón es un ser con los
sentidos muy agudos, por lo que puede detectar incluso a seres
invisibles. Además, un dragón tiene clariaudiencia natural en su
guarida y escucha hasta el mínimo sonido dentro de ella.

El
vuelo del dragón es muy ágil a pesar de su gran tamaño. Es
característico su vuelo en rizo, al igual que el circular, para
lanzarse después en picado.
Un
dragón es un ser mágico que tiene capacidad de lanzar conjuros.
Estos conjuros son adquiridos durante los años, de ahí que un
dragon adulto sea más poderoso mágicamente que uno joven. Los
conjuros los lanzan innatamente, sin necesidad de libros ni objetos
mágicos.
A
menudo desempeña un papel importante como dios o guardián, o como
monstruo y poderoso enemigo. Se le atribuyen cualidades positivas,
como una gran sabiduría y conocimiento, pero también defectos, como
una avaricia y codicia insaciables que le conducen a devastar
poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros.
El
simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha. La
lucha entre el dragón y un héroe
o un dios
tiene, sin embargo, distintos significados.
En estos míticos
combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de
guardián, que tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico
en espera, cuya acción implica la muerte o el nacimiento de un orden
universal.
Así,
en un principio, los dragones fueron devoradores de dioses, algunos
mitos se refieren a estas criaturas como la causa de los eclipses,
por ejemplo, o sus enemigos caso de Apofis
y Pithon,
enemigos del sol; posteriormente
los dragones fueron fuerzas a las que se les ofrecían doncellas en
sacrificio y no tardaron en concebirse como comedores de hombres. De
todos modos, ese papel no se aleja del de guardián, que implica la
espera y el mantenimiento de un orden que preludia una reinvención
del universo o el descubrimiento de un lugar sagrado. Justamente
porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que simbolizan el
puente a otro mundo o la prueba de todo héroe.
El
Dragón ha sido siempre un ser calumniado y mal juzgado por el hombre, simplemente por ser una criatura diferente. Como tantos otros seres
vivos ha conocido la muerte y la persecución en nombre de una
pretendida supremacía del hombre civilizado.
Es amante de los espacios boscosos y del aire puro, es capaz de resistir la contaminación ambiental y los ruidos de la civilización.
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