El
cancerbero es el vigilante de la puerta que conecta el plano de los
seres vivos con el Hades.
El
Hades es una región tenebrosa donde reinan Perséfone y Hades, los
gobernantes de la ultratumba, y es el lugar donde van las almas de
los muertos. El cancerbero se encarga de manera contundente de que
ningún mortal pase al plano de los muertos y de que ningún espectro
pase al plano de los vivos.
Es un
ser muy fiero con la forma de un perro de tres cabezas y una cola con
serpientes. Los ojos son rojos y están iluminados por una luz
sobrenatural. De sus colmillos se desprende un veneno negro y mortal.
Es
temido por su fuerza y su agresividad a la hora de vigilar la puerta
que tiene encomendada. Cada una de sus cabezas cuenta con afilados
colmillos y, además, suele ayudarse con las serpientes de su cola
para ejercer constricción sobre los seres a los que se enfrenta.
Tiene
dos puntos débiles; la miel y la música. Por increíble que
parezca, la música amansa a las fieras y, por lo tanto, también al
cancerbero, que sólo ha sido vencido en dos ocasiones.

La
miel es la otra debilidad del perro guardián. Los pocos que han
conseguido ver al cerbero y han vuelto cuentan que sólo con tortas
de miel se consigue aplacar al fiero animal. Si un viajero no lleva
una buena provisión de tortas de miel el cancerbero se lanzará al
ataque y el mortal quedará a merced del perro de por vida.
Cerbero,
hijo de Equidna y de Tifón. Contaba con un número de monstruosas
cabezas caninas, ademas de cien colas de serpiente. Su trabajo
consistía en custodiar el acceso al informando, por lo que merodeaba
por las entradas para evitar el ingreso de intrusos. Los muertos, con
su permiso exclusivo, podian entrar como sombras, y los pocos vivos
que consiguieron pasar lo hicieron valiéndose de tácticas
enrevesadas. Orfreo le hizo dormir con su música; Eneas le drogó y
Heracles le aterrorizó.

Cuando
Cerbero emergió a la luz, comenzó a silbar y su saliva dio origen a
la planta venenosa conocida como acónito. En el momento en que el
rey Euristeo vio al terrible monstruo, huyo; y el perro, liberado de
sus cadenas gracias a Heracles, escapó hacia el inframundo.
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