El
hombre
lobo,
también conocido como licántropo,
es una criatura
legendaria
presente en muchas culturas
independientes a lo largo del mundo.
Se ha dicho que este es el más universal de todos los mitos
(probablemente junto con el del vampiro),
y aún hoy, mucha gente cree en la existencia de los hombres lobo o
de otras clases de «hombres bestia». Todas las características
típicas de aquel animal como son la ferocidad, la fuerza, la
astucia y la rapidez son en ellos claramente manifiestas, para
desgracia de todos aquellos que se cruzan en su camino. Según las
creencias populares, este hombre lobo puede permanecer con su aspecto
animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, generalmente
cuando sale la luna llena.
En
el folclore
y la mitología,
un hombre lobo es una persona que se transforma en lobo,
ya sea a propósito o involuntariamente, a causa de una maldición
o de otro agente
exterior.
El cronista medieval Gervase
de Tilbury
asoció la transformación con la aparición de la luna
llena,
pero este concepto fue raramente asociado con el hombre lobo hasta
que la idea fue tomada por los escritores de ficción
moderna. La mayoría de las referencias contemporáneas están de
acuerdo en que un hombre lobo puede ser asesinado
si se le dispara una bala
de plata,
aunque esto es producto de la narrativa moderna y no aparece en las
leyendas tradicionales,
aunque algunas clásicas dicen que se puede matar
cortándole
la cabeza
y arrancándole
el corazón.
Según
la tradición, la mayoría de los hombres lobo no se transforman en
tales voluntariamente (sólo los magos y los hombres lobos
auténticos, es decir, no malditos, pueden hacerlo); son víctimas
de una maldición, y sufren enormemente a la hora de su
metamorfosis. Lo que es peor, al transformarse pierden
completamente la conciencia humana y se vuelven peligrosos,
incluso para sus seres queridos.
Un
hombre lobo es un hombre completamente normal la mayor parte del
tiempo, y se comporta de manera natural, aunque un poco velludo,
y con los sentidos
más desarrollados
(especialmente el olfato), además de estar en buen
estado de salud
y forma
física.
No
es sino durante la noche de luna llena cuando se transforma, pues la
luz
de este astro es la que controla
sus transformaciones.
Aunque varía según las versiones, el aspecto de un hombre lobo
transformado puede ir desde un
lobo auténtico
aunque más
grande
de lo normal, hasta un humanoide
peludo
y con colmillos
que va en busca de carne
humana.
Según
la leyenda, el primer hombre lobo reconocido fue Licaón,
rey
de
Arcadia,
Grecia.
En la mitología
griega,
Licaón era un rey sabio y culto y una persona muy religiosa que
había sacado a su pueblo de las condiciones salvajes en que vivían
originariamente. No obstante, parece que él mismo continuó siendo
un salvaje,
pues a pesar de todo siguió sacrificando
seres humanos en honor
a Zeus,
e incluso se dijo que asesinaba a todo forastero que llegara a su
reino pidiendo hospitalidad.
Al
enterarse, el dios
Zeus
quiso comprobar los rumores y se disfrazó de vagabundo para hacer
una visita a Licaón. Este inmediatamente pensó en matar a su
visitante, pero se enteró a tiempo de que se trataba de Zeus y lo
invitó a participar en un suntuoso banquete. Todo habría salido
bien de no ser porque Licaón no pudo resistir la tentación de
jugar una horrible broma
al rey del Olimpo;
ordenó que le sirvieran la carne
de un niño
(presuntamente un hijo suyo).
Zeus
se dio cuenta, por supuesto, y, encolerizado, condeno
a Licaón
a convertirse en lobo,
y a que todos sus
descendientes
serían también hombres
lobo.
Hoy se conoce como Licaón al
perro
salvaje africano,
un pariente de los lobos.
La
historia de Licaón provee uno de los primeros ejemplos de la leyenda
del hombre lobo. De acuerdo a la historia de Licaón, este se
transformaba en un lobo como resultado de comer carne
humana.

No hay comentarios:
Publicar un comentario