CRIATURAS MITOLÓGICAS

jueves, 27 de julio de 2017

Fénix

El Ave Fenix es un enorme pájaro envuelto en llamas y de plumaje rojo anaranjado, como el fuego.

Se cree que fue el único animal del Edén que resistió la tentación, y esto lo convirtió en un ser eterno.

Se trata de un ser mágico y fabuloso que ha sido retratado en diversas mitologías, pero simboliza para las distintas culturas prácticamente lo mismo; la inmortalidad y la resurrección. En Egipto era llamado Bennu y simbolizaba al astro Sol, que muere por la noche y renace por la mañana.

 
El fénix fue considerado por griegos y egipcios como un semidiós y, según la leyenda, este ser se consume por sus propias llamas cada 500 años. Cuando el fénix ha cumplido su periodo vital construye un nido con maderas aromáticas y sándalo que más tarde quema con un golpe de sus plumas. El fénix arde y una vez que se ha convertido en cenizas renace de entre éstas un fénix joven y nuevo.

Según la mitología china, el fénix es una criatura que poco tiene que ver con el flameante pájaro, ya que tiene el cuerpo de un pez, cuello de serpiente y la parte trasera de tortuga.

El mito del ave Fénix, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el Más allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria. Según el mito, poseía varios dones, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas, fuerza descomunal, control sobre el fuego y gran resistencia fisica. En el Antiguo Egipto se le denominaba Bennu y fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol. El Fénix ha sido un símbolo del cuerpo físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad.

Según la leyenda cristianizada, el ave Fénix vivía en el Jardín del Paraíso, y anidaba en un rosal. Cuando Adán y Eva fueron expulsados, de la espada del ángel que los desterró surgió una chispa que prendió el nido del Fénix, haciendo que ardieran éste y su inquilino. Por ser la única bestia que se había negado a probar la fruta del paraíso, se le concedieron varios dones, como el poder del fuego y la luz, siendo el más destacado la inmortalidad a través de la capacidad de renacer de sus cenizas.
 
Cuando le llegaba la hora de morir, hacía un nido de especias y hierbas aromáticas, ponía un único huevo, que empollaba durante tres días, y al tercer día ardía. El Fénix se quemaba por completo y, al reducirse a cenizas, resurgía del huevo la misma ave Fénix, siempre única y eterna. Esto ocurría cada quinientos años.

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