Érase una vez un reino muy, muy lejano donde un príncipe premió a un
mago por ayudar a rescatar a una joven en apuros. Encantador. Lástima
que nada de esto sea verdad. En realidad, el príncipe sueña con gloria y
venganza; el mago, con que sus hechizos no sean siempre un desastre y
la joven en apuros, con huir de un pasado que la atormenta... y del
recuerdo del hombre al que ha matado. Érase una vez...
Los nigromantes de la Torre de Idyll no son como dicen los cuentos. Allí
nadie sacrifica doncellas ni juega con la muerte, sólo se estudia entre
libros y hechizos. Clarence, que siempre ha vivido ahí, adora esa
calma. Hazan, que conoce el mundo exterior, comienza a cansarse de ella.
Sin embargo, cuando unos venenos letales empiezan a comercializarse por
toda Marabilia, ambos deben abandonar esa paz. Alguien tiene que
encontrar un antídoto con urgencia... aun si el precio a cambio es uno
mismo.
La tripulación del Angelique está orgullosa de ser lo que es: una
tripulación de piratas. Su día a día consiste en navegar por los mares
de Marabilia entre aventuras, asaltos a barcos y búsquedas de riquezas;
en definitiva, los piratas del Angelique viven sin acatar leyes ni
obedecer órdenes de nadie. Hasta que el rey Geraint de Dahes los captura
y todo apunta a que eso se ha terminado. La pena por piratería es la
muerte. A menos, claro, que alguien les proponga un trato que les
permita salvarse... Uno que a su vez ofrezca la posibilidad de una
venganza muy ansiada. Ante un tesoro tan valioso como la libertad,
cualquier precio parece escaso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario