Los
sátiros son criaturas salvajes propias de los montes y los bosques
que se caracterizan por su carácter despreocupado, cruel y lascivo.
Físicamente
son como humanos con la cabeza y los brazos muy peludos. Tienen unos
pequeños cuernos negros y las extremidades inferiores de macho
cabrío. Su piel y su pelo son de un color marrón oscuro o pardo
rojizo. Pueden medir hasta 3 metros de alto.
Les
encanta retozar por los campos, cazar, tocar el caramillo y perseguir
ninfas.
Los
sátiros presentan un especial interés por la música y el baile. Su
danza es conocida como sikinnis y, a menudo, organizan improvisados
conciertos de caramillo con los que atraen a las ninfas.
Estos
seres son conocidos por su afición al vino y a las borracheras.
Aprovechan cualquier ocasión para organizar ruidosas orgías y
saciar así sus incontrolables deseos sexuales.
Según
las leyendas griegas, los sátiros formaban parte del cortejo de
Dionisio, Dios del vino y la fertilidad agrícola. Dionisio descubrió
el vino y quiso dar a conocer la embriagadora bebida, así que
recorrió las aldeas y pueblos acompañado por su cortejo formado por
sátiros, centauros
y algunas ninfas
seducidas por la música y el vino.
Los
pastores y ganaderos temían la llegada de los sátiros ya que sus
fiestas espantaban a los rebaños y animales domésticos de la zona.
Existen
unos seres conocidos como faunos que, posiblemente, estén
emparentados con los sátiros, aunque poseen un carácter muy
diferente. Durante muchos años, los faunos han sido el símbolo de
la fertilidad agrícola, sobre todo en cosechas de grano y uva.
Los
faunos tienen el cuerpo y la cara de un hombre, y las patas, la cola
y las orejas de un ciervo. No son seres hostiles ni agresivos y
comparten la pasión de los sátiros por el caramillo.

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